Ya desde casa, y echando aún mucho de menos el país del que acabo de volver hace tres días, cumplo lo prometido y prosigo con mis artículos acerca de mi periplo por Vietnam.
Hoi An es una de esas pequeñas ciudades (unos 100.000 habitantes en la actualidad) que, hasta que allá por el año 1991, Vietnam se abrió al turismo, pasó sin pena ni gloria y nadie había oído hablar de ella. Ni extranjeros, ni vietnamitas de otras regiones.
Hoi An es una de esas pequeñas ciudades (unos 100.000 habitantes en la actualidad) que, hasta que allá por el año 1991, Vietnam se abrió al turismo, pasó sin pena ni gloria y nadie había oído hablar de ella. Ni extranjeros, ni vietnamitas de otras regiones.
Se halla a escasos 4 kilómetros de la costa, junto a la desembocadura del río Thu Bon. Hasta el siglo XIX fue un importante puerto pesquero, pero más tarde el río comenzó a llenarse de cieno y lo volvió innavegable.
Lo que en un principio, desde el punto de vista económico, parecía una desgracia, tuvo a medio plazo su recompensa. Hoi An no sufrió daños ni durante la Guerra de Indochina ni en la de Vietnam, gracias justamente a que su río se había vuelto impracticable para la flota naval.
A finales de los años noventa, los viajeros que tímidamente iban llegando a Vietnam se quedaban prendados de este lugar. Fue entonces cuando el gobierno vietnamita se planteó hacerle un lavado de cara, rehabilitarlo, crear infraestructuras turísticas y, en general, mimar y cuidar la ciudad.
Y así sigue este hermoso lugar, cuidado y mimado. Es de los escasos sitios de Vietnam donde no encontraréis coches en el centro histórico y, las motos, solo a ciertas horas del día. Todo un lujo en este país.
Desde el año 1999, su casco histórico es Patrimonio de la Humanidad. Y no es para menos. Lo merece.
En Hoi An, casi todos los monumentos son de pago. La
entrada no se compra en el propio monumentos, sino en oficinas repartidas por
todo el casco histórico (hay cuatro o cinco), que por el precio de 120.000 VND
te venden un tique que da derecho a visitar cinco monumentos. El tique es
válido durante 24 horas. Si deseas visitar más de esos cinco lugares de interés
o entrar varias veces a los mismos, tendrás que adquirir un nuevo tique, ya que
no se venden entradas individuales.
Tique de acceso a los monumentos
Si os fijáis bien en la foto, podréis leer que el tique, aparte de a esos cinco monumentos, da derecho a acceder al centro histórico. En la práctica, nadie te lo solicita para pasear por el centro (aparte, seria complicadísimo controlar los accesos). El dinero del tique va destinado a la conservación de la zona monumental.
Aunque la parte antigua de la ciudad, con sus guirnaldas de colores, es ya un monumento en sí mismo, si hablamos de edificaciones concretas, su monumento por excelencia es el llamado Puente Japonés.
Se trata de un precioso puente curvado y cubierto, de finales del siglo XVI, de cerca de veinte metros de longitud. Se construyó con fines comerciales, para acortar distancia entre el barrio japonés y el chino, ya que hasta entonces había que dar un considerable rodeo.
Según la leyenda, el puente es indestructible. Y lo cierto es que fue de lo poco que se salvó tras un incendio que destruyó el barrio japonés casi por completo.
En el interior hay una pequeña pagoda dedicada a los personajes legendarios, Dai De y Tran Vu.
Obsérvese la puerta que hay en el centro del puente, en el lado izquierdo
de la fotografía, que da acceso a la pagoda
Interior de la pagoda
Vista desde el interior del Puente Japonés
Uno de los accesos al puente
Otro edificio del casco histórico que a mi me ha encantado es la Asamblea de la Congregación China de Cantón, también conocida como Quang Dong.
Construido a finales de siglo XIX, destaca por un soberbio mosaico representando a un dragón, en medio de un pequeño estanque.
Resulta una delicia sentarse a descansar del bochorno y la humedad en esos bancos, sobre todo si en ese momento no entra una de las hordas de turistas en viaje organizado, siguiendo la banderita del guía.
Pero de estética semejante, más tranquilo, más amplio y con un pequeño riachuelo, podemos acercarnos a la parte trasera del edificio y nos encontraremos con esto.
Justo enfrente de Quan Dong, podremos ver un bonito edificio de la época colonial. Hoy es el Museo de la Cultura Sa Huynh. El museo que, como se aprecia en la foto, permanece cerrado, según tengo entendido y he leído, no tiene especial interés, pero el edificio en el que se halla, sí.
Y si tomamos la calle que sale justo enfrente de la puerta de Quang Dong, llegamos hasta el río Thu Bon, donde lo primero que veremos es una de las paradas de los clásicos ciclo-taxis vietnamitas.
Desde la altura del puente sobre el río que se ve en la foto anterior, vemos la perspectiva opuesta de la calle,
con Quang Dong al fondo y, en primer plano, los ciclo-taxis
Cada vez quedan menos ciclo-taxis, sobre todo en las grandes ciudades. En Saigón es muy raro ver uno y en Hanoi, en el centro histórico, queda alguno que otro. En pequeñas ciudades como Hoi An o Hue quedan más, pero más destinados a pasear turistas que a servir a la población local, que suele recurrir a los taxis convencionales.
El río Thu Bon tiene su encanto y resulta una delicia dar un paseo en uno de sus pequeños barcos a motor.
La Asamblea de la Congregación China de Fujian, o Phuc Kien es otro edificio con encanto, tanto por su estética, como por lo cuidado que está. Fue construido a finales del siglo XVIII.
La entrada está flanqueada por dos grifones (leones-dragón), cuya finalidad es la protección del templo.
Otro edificio que me ha gustado bastante por lo peculiar que es, es el templo de Phap Bao, aunque en otros sitios (como la guía de Lonely Planet) figura con el nombre de Phac Hat, y aún en otros (como la guía Trotamundos, Le Routard), ni se menciona.
No es un templo especialmente turístico, pero eso tiene dos grandes ventajas: no hay apenas turistas y resulta un lugar auténtico, en tanto que se encuentra en uso y habitado por monjes. Pero en Hoi An, aparte de los monumentos turísticos como tales, en su centro histórico todo edificio tiene su encanto, así sea una tienda, una cafetería, un hotel...
Una pequeña tienda
Interior de una cafetería
Otra vista de la cafetería
Y otra más
Un hotel del casco histórico
El mercado (que en vietnamita se dice cho'), sin ser de los que más encanto tienen del país (está ya demasiado pensado para el turismo), merece una visita. Y algo más al este del mercado, ya fuera del casco histórico o, mejor dicho, ya fuera de la zona peatonal de éste, está el barrio francés, en el que encontraremos bellos ejemplos de arquitectura colonial. Pero sin duda una de las mejores estampas de esta pequeña ciudad es al anochecer, cuando se encienden todos esos farolillos de colores. Farolillos que podréis comprar en cualquier tienda de la ciudad. Y no quiero terminar este artículo sobre Hoi An sin aportar dos recomendaciones personales, en lo que a hostelería en la ciudad se refiere. Los golosos no debiérais de dejar de ir al Cargo Club (107-109, Nguyen Thai Hoc), situado en una bonita casa colonial a no muchos metros del Puente Japonés. Se trata de una pastelería-confitería francesa, muy agradable, y con unos dulces y batidos espectaculares. No es la opción más económica de Hoi An, pero, para su calidad, los precios son razonables. Yo me pedí un batido de plátano y una tarta de chocolate blanco que estaban de muerte. Y en lo que a alojamiento se refiere, no puedo dejar de nombrar una casa particular que alquila habitaciones (homestay, como se les llama ahora), llamada CoCo Riverside. Se trata de una casita junto al río, en un paraje muy agradable y tranquilo, a unos cuatro kilómetros del centro de la ciudad. La distancia no supone mucho problema, ya que Thao y su marido, dos personas atentas y encantadoras, te prestarán una bicicleta o te alquilarán una moto. Los precios son muy buenos, la atención espectacular y, el jardín trasero, como podéis apreciar en las fotos, es una delicia.
Vistas desde el jardín
Yo creo que con observar las fotos (y he sintetizado bastante), podéis llegar a la conclusión de que, quien visite Vietnam, debe de dejarse caer algún día por esta encantadora ciudad. Si no lo hace, su viaje al país no habrá sido completo. |
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