Los cinéfilos que consideren Apocalypse Now una película de culto reconocerán a la primera las palabras del título. Las pronuncia el coronel Kurtz, interpretado magistralmente por Marlon Brando, en un monólogo junto al también actor Martin Sheen (en el papel del capitán Willard) y, posteriormente, se vuelven a escuchar como voz en off, justo antes de los créditos finales.
Existen multitud de películas que, directa o indirectamente, tratan sobre la Guerra de Vietnam. Igualmente, se puede afirmar que, sobre el resto de las guerras acaecidas en ese país durante el siglo XX, la filmografía es escasa.
Yo me voy a centrar en cuatro que, a mi parecer, son las mejores, bien por su calidad artística, bien por su rigor y realismo a la hora de reflejar el horror allí vivido. Tres de las películas abordan la Guerra de Vietnam y, la cuarta, se centra en la Guerra de Indochina.
Platoon es, de esas tres sobre la Guerra de Vietnam, la que recomendaría en primer lugar. Resulta muy creíble y realista por varias razones. No se trata de un filme triunfalista que ensalce la supremacía norteamericana. Bien al contrario, nos muestra las miserias de sus militares, quienes, totalmente abatidos y desmoralizados a causa de una cruenta guerra que no parece tener fin, y ya sin creer los argumentos dados por su gobierno en Washington, terminan enfrentándose entre ellos con no menos crueldad que la empleada con el enemigo. De hecho, al final de la película, el protagonista de la misma, el soldado Chris Taylor, interpretado por Charlie Sheen (hijo del ya nombrado Martin Sheen, que unos años antes había tenido un papel principal en Apocalypse Now), hace una triste reflexión: "Cuando pienso en lo que pasó allí, creo que no luchábamos contra el enemigo, luchábamos contra nosotros mismos; el enemigo estaba dentro de nosotros".
Otra muestra de objetividad a la hora de reflejar el conflicto la vemos en la que posiblemente sea la escena más dura por su crueldad: el asalto a una aldea vietnamita, cometiendo toda clase de atrocidades a civiles inocentes (niños incluidos), hecho que, desgraciadamente, ocurrió realmente en numerosas ocasiones durante la guerra.
El hecho de que su director, Oliver Stone, hubiese combatido en Vietnam probablemente explique, al menos en gran medida, esa objetividad y rigor. Y, por si fuera poco, para aumentar el realismo, sometió a los actores a un duro entrenamiento militar sobre el terreno (la película fue rodada en una zona selvática de la isla de Luzón, en Filipinas, muy semejante a la jungla vietnamita) para que sus rostros reflejasen de forma fidedigna el agotamiento y el hastío sufridos por los combatientes reales.
La peli resulta muy amena por su dinamismo y su continua acción, ya que se desarrolla íntegramente en el campo de batalla.
Fue estrenada en 1986, con muy buena acogida en taquilla y recibiendo el Óscar a la mejor película. Para mí es una auténtica joya del cine bélico.
La segunda recomendada sería Apocalypse Now. Desde el punto de vista de la calidad artística probablemente supere a Platoon, pero no así en su realismo. Apocalypse Now no es tanto una película de acción, como de invitación a la reflexión. Es más una visión metafórica de la brutalidad de la guerra que un reflejo fidedigno de lo allí vivido. La trama transcurre más lentamente que en Platoon, habiendo muy escasas escenas en el campo de batalla. Por contra, hay varios soliloquios con un trasfondo filosófico de carácter existencialista y planteados desde la amoralidad que se vivió en esa guerra (y en toda guerra, posiblemente). Hay quien se refiere a Apocalypse Now como una lección de filosofía bélica llevada al cine.
En algunas de esas contadas escenas en el campo de batalla que se pueden ver en el filme, observaremos un toque de humor ácido y de sarcasmo que le da el personaje del teniente coronel Kilgore (interpretado por Robert Duvall), quien, en un momento en el que él y su pelotón están siendo bombardeados por la aviación norvietnamita en una playa junto a la desembocadura del río Nung, se pone a hacer amistosas presentaciones entre soldados que habían sido surfistas en su vida civil y a pedirles opinión acerca de la calidad de las olas en ese lugar. Inmediatamente después, anima (obliga, más bien) a esos soldados a practicar surf en tan poco adecuada circunstancia y, de la boca de tan excéntrico personaje, salen las frases más hilarantes de la película.
En el siguiente vídeo podéis ver una de las escenas (hay ciertos dispositivos móviles en los que no podréis ver el vídeo. En un ordenador no debierais tener ningún problema).
Esta obra maestra de Francis Ford Coppola se estrenó en 1979. En 2001, el mismo director presentó Apocalypse Now Redux, que no se trata de una continuación, sino de un nuevo montaje de la primera y ampliado una hora más (tres horas y media, frente a las dos horas y media de la original). Del nuevo montaje de 2001 no puedo opinar porque no lo he visto, pero lo que sí puedo afirmar es que ambas películas tuvieron muy buena acogida, tanto por parte de la crítica, como por la de los espectadores. La original de 1979 obtuvo dos Óscar, uno al mejor sonido y otro a la mejor fotografía, así como otros premios (Globos de Oro, BAFTA, Palma de Oro de Cannes...). Al igual que Platoon, fue rodada en Filipinas, entre numerosos contratiempos que prolongaron el rodaje durante casi dos años. Entre esos contratiempos, cabe destacar el infarto que sufrió su protagonista, Martin Sheen.
La Chaqueta Metálica, de Stanley Kubrick y estrenada en 1987, va a ser la última de mis escogidas sobre la Guerra de Vietnam.
Aunque es una buena película, la sitúo en último lugar de entre las tres que he seleccionado, porque, a mi parecer, tiene dos elementos que le restan algo de interés en comparación con las otras dos: la trama se desarrolla con excesiva lentitud en ciertos momentos y no termina de reflejar de forma fidedigna el horror de la guerra, centrándose en otros aspectos secundarios.
El filme se puede dividir en dos partes claramente diferenciadas.
Una primera, que, desde mi punto de vista, resulta excesivamente larga y monótona. Se desarrolla en una academia de formación de reclutas. El protagonista indiscutible de esta parte es Lee Ermey, en el papel de sargento mayor Hartman. Su personaje le viene al pelo, ya que, en la vida real, fue también sargento instructor en el Cuerpo de Marines y, además, estuvo destinado en Vietnam durante la Guerra.
Los casi cuarenta y cinco minutos que dura esta parte (un tercio de la película) se limitan prácticamente a los continuos exabruptos que el citado sargento espeta a los reclutas. Tales salidas de tono se caracterizan por ser de lo más soeces, burdas y carentes de buen gusto. Posiblemente esto forme parte de lo que se podría llamar humor norteamericano... y que, a mí personalmente, no me hace gracia alguna. Quizás alguna vejación suelta, para reflejar cómo se las gastan los instructores de Marines, pase. Pero casi tres cuartos de hora seguidos en el mismo plan, se hacen pesados.
Aparte de las gracias del zafio instructor, veremos poco más que unos sufridos reclutas pegando barrigazos y formándose para ir a Vietnam. Tan truculento resulta este periodo de instrucción que no es de extrañar que esta primera parte termine de la manera que termina... en desgracia.
La segunda parte, con los reclutas convertidos ya en soldados, resulta, sin duda, más entretenida y dinámica que la primera. Además, la acción transcurre ya sobre el terreno. El terreno cinematográficamente hablando, porque, los exteriores de lo que pretende ser Vietnam, están rodados en el Reino Unido. En Inglaterra concretamente, no muy lejos de Londres.
Pero Kubrick se sigue deteniendo excesivamente en ciertas escenas. Por ejemplo, en la de la francotiradora del Viet Cong.
Con esto y con todo, La Chaqueta Metálica es una película que recomiendo ver, no tanto por lo que refleja acerca de la Guerra de Vietnam (que es poco), como por su calidad cinematográfica.
Y me queda por hablar de una cuarta película que, como líneas arriba avancé, se centra en la Guerra de Indochina. Estoy hablando de Sangre en Indochina, coproducción hispano-francesa, dirigida por Pierre Schoendoerffer en 1965.
Salvando las distancias, y partiendo de que pretenden reflejar distintas guerras, guarda ciertas semejanzas con Platoon.
Schoendoerffer, su director, tiene algo en común con Oliver Stone: estuvo también en Vietnam, pero, en su caso, no como militar, sino como corresponsal de guerra. Es más, fue hecho prisionero tras la batalla de Dien Bien Phu, que supuso el fin de la Indochina francesa.
Otra semejanza de esta película con la de Platoon es el hecho de no pretender ser triunfalista. De hecho, Sangre en Indochina nos muestra a un grupo de soldados franceses que, siendo ya conocedores de que su ejército había perdido la guerra (la acción se desarrolla en 1954, poco antes del final de la contienda), han de replegarse, batirse en retirada y, para ello, tienen que atravesar la jungla, totalmente sitiada por el Viet Minh, luchando por sobrevivir, que era ya el único objetivo a lograr.
Y aún se puede observar otra similitud entre este filme y el dirigido por Stone: el realismo del emplazamiento escogido para el rodaje, que también sería la jungla, aunque en este caso no filipina sino camboyana, y el duro entrenamiento al que fueron sometidos los actores, así como el rigor del clima tropical húmedo selvático.
Aunque no os apasione el cine bélico, recomiendo ver, aunque solo sea una vez en la vida, estas cuatro joyas del cine. Y con más motivo si habéis estado u os planteáis hacer un viajecito a Vietnam.
Marlon Brando caracterizado
como coronel Kurtz,
en Apocalypse Now
Existen multitud de películas que, directa o indirectamente, tratan sobre la Guerra de Vietnam. Igualmente, se puede afirmar que, sobre el resto de las guerras acaecidas en ese país durante el siglo XX, la filmografía es escasa.
Yo me voy a centrar en cuatro que, a mi parecer, son las mejores, bien por su calidad artística, bien por su rigor y realismo a la hora de reflejar el horror allí vivido. Tres de las películas abordan la Guerra de Vietnam y, la cuarta, se centra en la Guerra de Indochina.
Platoon es, de esas tres sobre la Guerra de Vietnam, la que recomendaría en primer lugar. Resulta muy creíble y realista por varias razones. No se trata de un filme triunfalista que ensalce la supremacía norteamericana. Bien al contrario, nos muestra las miserias de sus militares, quienes, totalmente abatidos y desmoralizados a causa de una cruenta guerra que no parece tener fin, y ya sin creer los argumentos dados por su gobierno en Washington, terminan enfrentándose entre ellos con no menos crueldad que la empleada con el enemigo. De hecho, al final de la película, el protagonista de la misma, el soldado Chris Taylor, interpretado por Charlie Sheen (hijo del ya nombrado Martin Sheen, que unos años antes había tenido un papel principal en Apocalypse Now), hace una triste reflexión: "Cuando pienso en lo que pasó allí, creo que no luchábamos contra el enemigo, luchábamos contra nosotros mismos; el enemigo estaba dentro de nosotros".
Otra muestra de objetividad a la hora de reflejar el conflicto la vemos en la que posiblemente sea la escena más dura por su crueldad: el asalto a una aldea vietnamita, cometiendo toda clase de atrocidades a civiles inocentes (niños incluidos), hecho que, desgraciadamente, ocurrió realmente en numerosas ocasiones durante la guerra.
El hecho de que su director, Oliver Stone, hubiese combatido en Vietnam probablemente explique, al menos en gran medida, esa objetividad y rigor. Y, por si fuera poco, para aumentar el realismo, sometió a los actores a un duro entrenamiento militar sobre el terreno (la película fue rodada en una zona selvática de la isla de Luzón, en Filipinas, muy semejante a la jungla vietnamita) para que sus rostros reflejasen de forma fidedigna el agotamiento y el hastío sufridos por los combatientes reales.
La peli resulta muy amena por su dinamismo y su continua acción, ya que se desarrolla íntegramente en el campo de batalla.
Fue estrenada en 1986, con muy buena acogida en taquilla y recibiendo el Óscar a la mejor película. Para mí es una auténtica joya del cine bélico.
Escena de Platoon en la que vemos a Charlie Sheen
(soldado Chris Taylor) en primer plano
La segunda recomendada sería Apocalypse Now. Desde el punto de vista de la calidad artística probablemente supere a Platoon, pero no así en su realismo. Apocalypse Now no es tanto una película de acción, como de invitación a la reflexión. Es más una visión metafórica de la brutalidad de la guerra que un reflejo fidedigno de lo allí vivido. La trama transcurre más lentamente que en Platoon, habiendo muy escasas escenas en el campo de batalla. Por contra, hay varios soliloquios con un trasfondo filosófico de carácter existencialista y planteados desde la amoralidad que se vivió en esa guerra (y en toda guerra, posiblemente). Hay quien se refiere a Apocalypse Now como una lección de filosofía bélica llevada al cine.
En algunas de esas contadas escenas en el campo de batalla que se pueden ver en el filme, observaremos un toque de humor ácido y de sarcasmo que le da el personaje del teniente coronel Kilgore (interpretado por Robert Duvall), quien, en un momento en el que él y su pelotón están siendo bombardeados por la aviación norvietnamita en una playa junto a la desembocadura del río Nung, se pone a hacer amistosas presentaciones entre soldados que habían sido surfistas en su vida civil y a pedirles opinión acerca de la calidad de las olas en ese lugar. Inmediatamente después, anima (obliga, más bien) a esos soldados a practicar surf en tan poco adecuada circunstancia y, de la boca de tan excéntrico personaje, salen las frases más hilarantes de la película.
En el siguiente vídeo podéis ver una de las escenas (hay ciertos dispositivos móviles en los que no podréis ver el vídeo. En un ordenador no debierais tener ningún problema).
"Charlie no hace surf"
Conocida escena, protagonizada por el teniente coronel Kilgore
(Apocalypse Now)
Esta obra maestra de Francis Ford Coppola se estrenó en 1979. En 2001, el mismo director presentó Apocalypse Now Redux, que no se trata de una continuación, sino de un nuevo montaje de la primera y ampliado una hora más (tres horas y media, frente a las dos horas y media de la original). Del nuevo montaje de 2001 no puedo opinar porque no lo he visto, pero lo que sí puedo afirmar es que ambas películas tuvieron muy buena acogida, tanto por parte de la crítica, como por la de los espectadores. La original de 1979 obtuvo dos Óscar, uno al mejor sonido y otro a la mejor fotografía, así como otros premios (Globos de Oro, BAFTA, Palma de Oro de Cannes...). Al igual que Platoon, fue rodada en Filipinas, entre numerosos contratiempos que prolongaron el rodaje durante casi dos años. Entre esos contratiempos, cabe destacar el infarto que sufrió su protagonista, Martin Sheen.
La Chaqueta Metálica, de Stanley Kubrick y estrenada en 1987, va a ser la última de mis escogidas sobre la Guerra de Vietnam.
Aunque es una buena película, la sitúo en último lugar de entre las tres que he seleccionado, porque, a mi parecer, tiene dos elementos que le restan algo de interés en comparación con las otras dos: la trama se desarrolla con excesiva lentitud en ciertos momentos y no termina de reflejar de forma fidedigna el horror de la guerra, centrándose en otros aspectos secundarios.
El filme se puede dividir en dos partes claramente diferenciadas.
Una primera, que, desde mi punto de vista, resulta excesivamente larga y monótona. Se desarrolla en una academia de formación de reclutas. El protagonista indiscutible de esta parte es Lee Ermey, en el papel de sargento mayor Hartman. Su personaje le viene al pelo, ya que, en la vida real, fue también sargento instructor en el Cuerpo de Marines y, además, estuvo destinado en Vietnam durante la Guerra.
Los casi cuarenta y cinco minutos que dura esta parte (un tercio de la película) se limitan prácticamente a los continuos exabruptos que el citado sargento espeta a los reclutas. Tales salidas de tono se caracterizan por ser de lo más soeces, burdas y carentes de buen gusto. Posiblemente esto forme parte de lo que se podría llamar humor norteamericano... y que, a mí personalmente, no me hace gracia alguna. Quizás alguna vejación suelta, para reflejar cómo se las gastan los instructores de Marines, pase. Pero casi tres cuartos de hora seguidos en el mismo plan, se hacen pesados.
Una de las perlas soltadas por el sargento Hartman
en la primera parte de La Chaqueta Matálica
Aparte de las gracias del zafio instructor, veremos poco más que unos sufridos reclutas pegando barrigazos y formándose para ir a Vietnam. Tan truculento resulta este periodo de instrucción que no es de extrañar que esta primera parte termine de la manera que termina... en desgracia.
La segunda parte, con los reclutas convertidos ya en soldados, resulta, sin duda, más entretenida y dinámica que la primera. Además, la acción transcurre ya sobre el terreno. El terreno cinematográficamente hablando, porque, los exteriores de lo que pretende ser Vietnam, están rodados en el Reino Unido. En Inglaterra concretamente, no muy lejos de Londres.
Pero Kubrick se sigue deteniendo excesivamente en ciertas escenas. Por ejemplo, en la de la francotiradora del Viet Cong.
Escena de la segunda parte de La Chaqueta Metálica
Con esto y con todo, La Chaqueta Metálica es una película que recomiendo ver, no tanto por lo que refleja acerca de la Guerra de Vietnam (que es poco), como por su calidad cinematográfica.
Y me queda por hablar de una cuarta película que, como líneas arriba avancé, se centra en la Guerra de Indochina. Estoy hablando de Sangre en Indochina, coproducción hispano-francesa, dirigida por Pierre Schoendoerffer en 1965.
Salvando las distancias, y partiendo de que pretenden reflejar distintas guerras, guarda ciertas semejanzas con Platoon.
Schoendoerffer, su director, tiene algo en común con Oliver Stone: estuvo también en Vietnam, pero, en su caso, no como militar, sino como corresponsal de guerra. Es más, fue hecho prisionero tras la batalla de Dien Bien Phu, que supuso el fin de la Indochina francesa.
Otra semejanza de esta película con la de Platoon es el hecho de no pretender ser triunfalista. De hecho, Sangre en Indochina nos muestra a un grupo de soldados franceses que, siendo ya conocedores de que su ejército había perdido la guerra (la acción se desarrolla en 1954, poco antes del final de la contienda), han de replegarse, batirse en retirada y, para ello, tienen que atravesar la jungla, totalmente sitiada por el Viet Minh, luchando por sobrevivir, que era ya el único objetivo a lograr.
Y aún se puede observar otra similitud entre este filme y el dirigido por Stone: el realismo del emplazamiento escogido para el rodaje, que también sería la jungla, aunque en este caso no filipina sino camboyana, y el duro entrenamiento al que fueron sometidos los actores, así como el rigor del clima tropical húmedo selvático.
Aunque no os apasione el cine bélico, recomiendo ver, aunque solo sea una vez en la vida, estas cuatro joyas del cine. Y con más motivo si habéis estado u os planteáis hacer un viajecito a Vietnam.
No hay comentarios:
Publicar un comentario
Por favor,
- Opina libremente pero siendo tolerante y respetuos@.
- Evita los comentarios impertinentes o malintencionados.
- No uses este espacio con fines publicitarios.
- Cerciórate de que tu opinión está relacionada con el contenido del artículo.
Gracias.