A quienes nos gustan los trenes y provenimos de países europeos en los que, al imponernos la alta velocidad, eliminan líneas y material convencional, Vietnam nos encantará. Y ya no como país en sí mismo (que también), sino en lo que a su ferrocarril se refiere.
Desde luego, en este país, el tren es más para disfrutarlo que para ir con prisas. Como ejemplo, diré que el tren más rápido en cubrir los 1.726 km. que hay entre las dos ciudades más importantes del país, Hanoi y Saigón, tarda más de un día. Concretamente, 31 horas y 20 minutos (31 horas, 30 minutos en sentido inverso).
En el siguiente cuadro horario vemos los tiempos empleados por cada uno de los trenes en hacer ese recorrido.
Los trenes SE3 y SE4 son los más rápidos
En mi caso, me dispongo a hacer el trayecto Saigón - Danang, de unos 860 km, en el tren TN2 (es decir, de los lentos. Los "rápidos" se denominan SE), invirtiendo más de 19 horas en recorrerlo (podéis verlo en el cuadro anterior).
La estación de tren de Saigón es muy pequeña para tratarse de una ciudad de más de siete millones de habitantes.
Lo primero que me llama la atención al llegar es la máquina de vapor que tienen preservada en la explanada de la estación y en muy buen estado de conservación.
Ya en el interior, me sorprendo al ver que el pequeño vestíbulo está mejor organizado de lo que se me venía a la mente, en comparación con el caos generalizado de esta gran ciudad.
Como en toda estación, hay paneles con horarios (y en este caso, también con precios) y sala de espera en la que, si escogemos bien el sitio, podemos beneficiarnos del fresco (incluso frío) que desprenden los potentes splits de aire acondicionado.
Para comprar el billete, hay que coger número. Hasta aquí, ninguna novedad, salvo que es muy importante estar pendiente de los paneles porque, aunque al avanzar número se escucha por megafonía y te indica el número de ventanilla al que dirigirte, tal información la facilitan solo en vietnamita.
Lo peculiar es que las ventanillas no son tales, sino puestos de venta de billetes en los que te puedes sentar, como si de una agencia de viajes se tratase. Es la primera vez que veo esta cómoda modalidad de venta en una estación.
Y llegamos al andén, donde aguarda mi largo tren.
Uno de esos trenes de los de antaño en España, con su furgón postal y todo.
En mi caso, he de dirigirme al coche 11, que se corresponde con la mejor clase ofrecida en los trenes vietnamitas de largo recorrido: soft berths (literas blandas).
Los compartimentos de soft berths constan de cuatro camas (literas), dos inferiores y dos superiores. Las más caras son las inferiores, hecho que me sorprendió, ya que no es lo habitual (suelen tener todas el mismo precio).
Pero una vez instalado en el compartimento, empecé a entender por qué la diferencia de precio.
En Vietnam, cualquier persona no puede optar por una litera superior. Y digo que no puede porque, para acomodarse en esas literas, hay que tener una mínima agilidad para literalmente trepar hasta ellas. No hay escalera... Tan solo unos simples puntos de apoyo metálicos que, a modo de estribo, ayudan en el ascenso.
El estribo está entre la litera inferior y la superior, a la altura del picaporte de la puerta
Detalle del peculiar punto de apoyo
Curioso e incómodo método... Por la diferencia de precio (nimia), os recomiendo que escojáis una de las inferiores.
Si os fijáis de nuevo en la foto del compartimento (a la derecha de la imagen), veréis que otra ventaja de optar por una litera inferior es que gozaréis de una mesita en la que poder dejar cosas y comer.
Pero ahora viene un segundo problema... ¿Dónde se mete el equipaje? Espinoso asunto, porque, o viajáis con una maleta de tamaño enano que quepa debajo de la litera inferior, o no tendréis otro sitio específico para guardarla.
Mi equipaje (el que veis en la foto) no cupo. Mi bolsa-mochila de 70 litros resultó excesivamente grande de diámetro para tan reducido espacio.
La solución más cómoda y coherente es, mientras se va sentado, dejar el equipaje a los pies de la litera y, al tumbarse, bajarlo al suelo, debajo de la mesita, junto a la ventana.
En España, cuando aún existían los trenes nocturnos con literas (el último que existía se eliminó en 2015), si el viaje era largo, éstas tenían posición de día (replegadas y convertidas en asientos) y de noche (las camas en sí mismas). En Vietnam (y en otros muchos países) solo existe la posición que veis, con lo cual, al cabo de un rato sentado, acaba resultando más cómodo tumbarse.
Aparte de las soft berths, existen otras clases de inferior categoría y, consecuentemente, menor precio.
La siguiente por debajo serían las hard berths (literas duras). Realmente la cama en sí es la misma que la de las blandas. Si acaso el colchón ligeramente más delgado. La mayor diferencia es que, en estos compartimentos, en vez de cuatro camas hay seis. Dos filas de tres literas cada una, siendo las de arriba del todo las más baratas y, por supuesto, con su correspondiente esfuerzo para escalar hasta las mismas.
En esta clase, aun viajando en la litera inferior, resulta muy incómodo permanecer sentado mucho tiempo porque, o mides menos de metro y medio, o te golpearás con la litera inmediatamente superior.
Antiguamente había más diferencia con respecto a las soft berths, debido a que no había colchón, sino directamente la madera (de ahí lo de literas duras) y los compartimentos no tenían puerta; daban directamente al pasillo.
Las dos clases restantes son ya plazas sentadas. Por una parte están los soft seats (asientos blandos). Se trata de unas butacas ligeramente reclinables (cuando funciona el mecanismo...), acolchadas con una ligera capa de espuma y con una pequeña mesa abatible.
En las plazas sentadas no hay compartimentos, sino una plataforma única.
Y la categoría que queda son los hard seats (asientos duros). Lo que llamaríamos la tercera clase de antaño.
Existen coches de hard seats climatizados (los que menos) y sin climatizar (con ventiladores). Los primeros, de existir en el tren en cuestión, son ligeramente más caros que los segundos. Incluso hay algún tren que oferta ambas modalidades: hard seats con aire acondicionado y sin él.
Hablando de climatización, llevaros buena ropa de abrigo para el tren porque se pasa frío, mucho frío. En las literas, tanto en las blandas como en las duras, aparte de una almohada, te colocan una ligera colcha-edredón que, en mi caso, que no soy friolero (más bien al contrario), no me llegó. De hecho, todavía arrastro un molesto catarro de este viaje en tren.
En los trenes no existe vagón cafetería o restaurante, pero frecuentemente pasa un carrito con bebidas y tentempiés. Aparte, en los viajes largos, antes de las horas de las comidas te preguntan si deseas comer y, de ser así, te la llevan al asiento o compartimento. Consta de un plato único y no incluye bebida. Cuesta 35.000 dongs (algo menos de 1'50 euros).
En mi caso cené en el tren. Sobre una base de arroz (como es habitual por estas latitudes), había algas, un pincho moruno (de cerdo en este caso) y unos trozos de... ¿pollo? Posiblemente... El caso es que estaba decente, me sentó bien y me costó dos duros.
Mi cena. En el sobre hay una servilleta y palillos (olvidaos de encontrar cubiertos...)
La hoja que se ve en la foto no tiene nada que ver con el menú. Son las normas de comportamiento en el tren... (sí, peculiar el detalle). Os las explicaría, pero están solo en vietnamita. Y sé que son las normas de conducta porque me dio por introducir en el traductor de Google el encabezado del texto. El resto ya me dio pereza y tampoco lo consideré importante.
Un detalle que tienen los ferrocarriles vietnamitas es que, en cada coche, en uno de sus extremos, existe un dispensador de agua potable. Un grifo de agua caliente, o más bien del tiempo (warm water) y otro de agua hirviendo (boiling water), que puede resultar útil si uno quiere llevarse algo para comer. Por ejemplo, los típicos noodles deshidratados que venden en cualquier esquina del país (y, por supuesto, en las tiendas de las estaciones), a los que, para prepararlos, simplemente hay que añadirles agua caliente y dejarlos reposar.
He de decir que los trenes vietnamitas son lentos pero puntuales. Y, en vista de cómo se conduce y otros aspectos de la seguridad vial, es una opción mucho más cómoda y recomendable que viajar por carretera (si existen ambas opciones, obviamente).
Una pena que el oeste del país y la región del delta del Mekong no tengan ferrocarril.
Obviando el catarro, llegué sano y salvo a mi parada: Danang, donde me estaba esperando un coche que había contratado con el hotel para llevarme a mi destino final: Hoi An. Pero eso ya en el siguiente artículo.
Andén de la estación de Saigón. Mi tren estacionado a la izquierda de la foto
Templo Cao Dai, visto desde el tren, en las proximidades de Saigón
Cruce con otros trenes
Mi llegada a la estación de Danang
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