25 días viajando por las tierras del Viet Minh y del Viet Cong, intentando descubrir Vietnam
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Por lo general, un turista "oye" y "ve". Y se distrae en exceso fotografiándolo todo. El viajero [...] lo que hace es "mirar" y "escuchar". Y hace las fotos imprescindibles, ya que prefiere confiar en la impresión que permanecerá en el fondo de su retina. (Alberto Vázquez-Figueroa)
Quien vive ve, quien viaja ve más. (proverbio árabe)
En la medida de lo posible os recomiendo que utilicéis la versión web para visitar la página, incluso aunque lo hagáis desde un teléfono móvil. La versión para estos dispositivos es bastante pobre y le faltan detalles importantes como el índice, además de perderse la apariencia y formato original del blog.
Tened también presente que pretendo seguir la estructura lineal de un libro, con lo cual, al revés que en la mayoría de los blogs, la entrada (el artículo) más reciente no será la que aparece en primer lugar, sino en último.
Bienvenido. Me alegro de que te hayas dejado caer por este rincón virtual.
Si me conoces, y yo mismo te he hablado de la existencia de este blog, agradezco que hayas dedicado un poquito de tu tiempo a venir a cotillear de qué va esto. Y ojalá no te aburra mucho y me lo sigas dedicando.
Pero doble mérito tienes si, sin conocerme de nada, has acabado aquí. Eso ya demuestra dos cosas: que los buscadores de Internet funcionan y que, por una u otra razón, te interesa un país como Vietnam.
Aunque en el país estaré poco más de veinticinco días, en los próximos dos meses iré tratando de acercarte a ese cada vez más explorado territorio del sureste asiático.
Este blog no pretende ser una guía turística que, desde la objetividad, te va a soltar una serie de datos para que trabajes con ellos y te permitan así organizar un viaje a Vietnam. La idea se aproxima más, si acaso, a un diario de viaje en el que plasmaré, con palabras y con imágenes, mis vivencias por aquellas tierras, contadas in situ.
Por supuesto, al reflejar mis vivencias, aportaré, directa o indirectamente, información que pudiera ser útil para futuros viajeros. También con esa idea creo este espacio.
Hasta que inicie el viaje, el 10 de noviembre de 2016, todavía desde mi lugar de residencia habitual iré escribiendo, a modo de aproximación al país, una serie de artículos que tratarán distintos aspectos: formalidades para viajar a Vietnam, algo sobre su truculenta historia reciente, filmografía que nos acerque a esa historia...
Del 12 de noviembre, que aterrizo en Ciudad Ho Chi Minh (la antigua Saigón), y hasta el 7 de diciembre que regreso, me centraré en eso que he llamado diario de viaje, tratando de actualizarlo con la mayor frecuencia que el tiempo, el cansancio y, sobre todo, la calidad de las conexiones wifi y 3G vietnamitas me permitan.
Y a partir del 8 de diciembre, que, si nada ha fallado por el camino, volveré a poner los pies en España, aportaré la información práctica que haya ido recopilando durante mi viaje y que considere útil para quienes queráis embarcaros en una aventurilla por esas latitudes.
Ya solo falta lo más importante: que me acompañes virtualmente durante el viaje. Escribe algún comentario al leer un artículo que te interese o al ver una foto que te guste. Opina, comenta, pregunta, corrígeme... Te aseguro que, aun desde la distancia, valoraré tu compañía más de lo que crees.
Faltan pocos días para que inicie un nuevo periplo por el sureste asiático. El año pasado le tocó el turno a Tailandia; este año pondré rumbo a un país algo menos turístico pero no menos fascinante: Vietnam.
Vendedoras ambulantes de fruta en Hoi An
Aunque los trámites administrativos para entrar en Vietnam como turista no son complicados ni especialmente engorrosos, se exige visado a los ciudadanos de casi todos los países del mundo, españoles incluidos.
Desde hace un tiempo hay una excepción a esta regla. Si se accede a Vietnam por vía aérea y la estancia en el país no supera los 15 días, no es necesario visado (al margen del motivo del viaje), siempre y cuando solo se hagauna única entrada en el país. En principio esta moratoria es válida hasta el 30 de junio de 2017, pero pudiera prorrogarse, igual que ya se hizo en junio de este año. En el apartado de Recomendaciones de viaje de la página del Ministerio de Asuntos Exteriores podréis leer información actualizada al respecto.
Como en mi caso, si no ocurre ningún contratiempo, permaneceré veinticinco días en Vietnam, necesito visado.
Salvo supuesto de verdadera necesidad (que nunca se va a dar si se viaja como turista), Vietnam no expide visados en frontera, habiendo de solicitarlo en el país de origen.
En el caso de España, existen dos maneras de obtener el visado turístico.
La más clásica y fiable (pero cara) consiste en recurrir a la embajada de Vietnam en Madrid, bien acudiendo en persona o bien a través de correo o mensajería. Además, si no nos es posible acudir a la embajada, no hay que temer que el pasaporte se pierda por el camino, ya que no es necesario enviarlo. Si se opta por lo que llaman visado volante, basta con enviar una fotocopia del mismo. Los requisitos para la obtención del visado los podéis leer en la web de la embajada. Se tramita en unos cinco días laborables.
El problema viene con las tasas del visado, que son elevadas. Para estancias de un mes, 80 € si se entra solo una vez, o 95 € si es para varias entradas. Y para estancias de hasta tres meses, 120 € (una entrada) o 150 € (varias entradas). Estos precios están actualizados a julio de 2016 y, sobra decir, que a estos hay que añadir el coste del correo o mensajería, tanto la ida como la vuelta de la documentación, así como el del giro postal para satisfacer las tasas del visado.
Modelo de visado volante expedido
por la embajada de Vietnam en España
La otra forma de obtener el visado es considerablemente más barata, pero también menos fiable. Consiste en obtener una carta de invitación al país con la que, al llegar al aeropuerto vietnamita de destino (esta opción no es válida si la primera entrada se realiza por vía terrestre), obtendremos, previo pago de unas tasas, un visado on-arrival.
Pero... ¿cómo y dónde se consigue esa carta de invitación?
Tal carta ha de estar emitida por las autoridades vietnamitas. Para tramitarla desde España es necesario recurrir a alguna de las agencias vietnamitas que, a través de Internet, gestionan este documento. Y el principal problema puede aparecer aquí, dado que no todas las agencias son fiables.
Según me estado informando, aunque no es lo habitual, sí se han dado casos de fraude; viajeros que han solicitado (y abonado) una carta de invitación y que luego jamás recibieron. La propia embajada alerta en su web de este riesgo.
Si se opta por este medio para conseguir el visado, el proceso es el siguiente:
Se busca a través de Internet alguna de esas agencias que expide cartas de invitación para obtener el visado on-arrival. Yo, tras navegar por diversos foros de viajes sobre Vietnam y leer opiniones, voy a poner como ejemplo la agencia a la que enlaza la página de Vietnamitas en Madrid, por parecerme de las más fiables. Pero, ¡ojo!, hablo por opiniones en la red, no por experiencia propia.
Se abona, vía Internet mediante pago con tarjeta (riesgo añadido...), el precio que estipule la agencia por la carta. La que he puesto de ejemplo, viene cobrando 17 $ (unos 15,50 €) para un mes/una entrada, 19 $ (poco más de 17 €) para un mes/múltiples entradas, 22 $ (20 €) para tres meses/una entrada y 30 $ (algo más de 27 €) el de tres meses/múltiples entradas. El pago se realiza en dólares americanos, con lo cual nunca calcularemos exactamente el tipo de cambio y la comisión que nos aplicará nuestro banco (otro riesgo más...). La carta se tramita en unos tres días laborables (hay opciones más rápidas pagando un suplemento) y se recibe mediante correo electrónico. Para tramitarla, solamente hay que rellenar el formulario de la web; no hay que enviar el pasaporte ni ningún otro documento.
Una vez recibida, se imprime y, al llegar al aeropuerto vietnamita por el que entremos al país, tras una larga cola (por lo que leo, es habitual), se entrega la carta, se pagan, en efectivo y en dólares, entre 45 y 65 $ (entre 41 y 59 €), según la extensión del visado y si es de una entrada o de múltiples, y se obtiene ya por fin el visado.
De esta manera, y poniendo como ejemplo el supuesto de un visado para un mes con una entrada única, si sumamos el precio de la carta de invitación al de las tasas a abonar al llegar al aeropuerto, el total sería de 62 $ (56,50 €). Es decir, estaríamos hablando de un ahorro de más de veintitrés euros con respecto a la obtención del visado en la embajada. Pero claro, la tranquilidad tiene un precio... Y eso ya es algo que tiene que valorar cada cual.
Nota: Revisada a finales de enero de 2017, la web de la embajada de Vietnam presenta un error en su página inicial, que os dirá que no ha sido encontrada. No obstante, justo encima del mensaje de error, hallaréis unos apartados. Si pulsáis donde pone "Embajada" se abrirá un desplegable, cuya primera opción es "Visado", que os reconducirá a una página que sí funciona y donde se encuentran las instrucciones para la solicitud del mismo. Aun así, y a sabiendas de que la página web no funciona muy bien, dejo alternativa la dirección y el teléfono de la embajada. Eso sí, si tratáis de contactar por teléfono, armaos de paciencia. Os llevará tiempo y numerosos intentos el conseguir que os contesten. El horario de atención de la sección consular es de 9 a 13 horas, de lunes a viernes.
Embajada de Vietnam en España
Av. Alfonso XIII, 54
28016 - Madrid
Tlf: 91 510 28 67
AÑADIDO (MARZO 2017)
Desde mediados de febrero de 2017 existe otra posibilidad para obtener un visado de entrada a Vietnam, que resulta la más rápida y económica. Se trata del VISADO ELECTRÓNICO.
Realmente ambos enlaces reconducen a la misma página. La única diferencia es que el primer enlace está en inglés y el segundo en vietnamita, aunque, a su vez, cuando hayamos accedido a la página mediante cualquiera de los dos enlaces, se puede escoger entre ambos idiomas.
Para obtenerlo hay que escanear una fotografía tamaño carné y la página principal del pasaporte, en la que aparece nuestra foto y nuestros datos personales. Aparte hay que rellenar una serie de campos, alguno muy curioso como el de la religión que se profesa (digo curioso porque, si se tramita el visado a través de la embajada, no te piden tan personal dato), y abonar 25 dólares americanos, a pagar mediante tarjeta bancaria.
Una vez finalizado el proceso se nos asignará un número de expediente que nos servirá para hacer un seguimiento de nuestra solicitud. Si el visado es concedido (que es lo habitual), nos remitirán un documento PDF que imprimiremos y mostraremos en la frontera a nuestra llegada al país. Si se nos deniega (caso muy raro, sobre todo un visado turístico) no podremos recuperar los 25 dólares. Claro que por los otros dos medios posibles (embajada o visado on-arrival) tampoco recuperaríamos el dinero en caso de denegarlo.
Hay que tener presente que esta nueva modalidad de visado es solo válida para llegada a Vietnam por alguno de sus principales aeropuertos (realmente, la mayoría), los pasos fronterizos terrestres más importantes y algunos puertos marítimos.
Así comienza el estribillo de una conocida canción ochentera que cantaba una francesita que se hacía llamar Desireless y que pasó a la posteridad recordada, si acaso, por este único tema.
Y a eso mismo me dispongo en breve, a viajar más lejos que la noche y el día... básicamente por la duración del viaje, distancia recorrida, número de escalas y el incómodo efecto del jet lag.
Desde España no existen vuelos directos a Vietnam. Con mucha suerte, habría que hacer una escala, pero lo habitual son dos.
Lo normal es tomar un primer vuelo desde algún aeropuerto español a alguna ciudad importante europea. París, Londres, Berlín y Moscú son las más frecuentes. También cabe la opción de volar desde España a un país de Oriente Próximo como Catar. Desde uno de estos lugares, se tomaría un segundo vuelo a algún país próximo a Vietnam, como China, Tailandia o Malasia y, ya desde ahí, un tercer vuelo a alguno de los principales aeropuertos de Vietnam (generalmente el de Ciudad Ho Chi Minh o el de Hanoi).
En mi caso concreto, la odisea del viaje de ida durará (o debiera de durar...) alrededor de 28 horas, de las cuales algo más de 17 las pasaré dentro de tres aviones distintos, y otras 11 en las dos escalas que he de hacer, una en Londres y otra en Hong Kong.
Quitando la pesadez que supone casi seis horas de espera, la escala de Hong Kong no debiera de conllevar más molestias. El avión que me conducirá a Ciudad Ho Chi Minh, mi destino final, sale del mismo aeropuerto y la misma terminal que el vuelo en el que llego desde Londres.
Pero será justo en Londres, mi primera escala, donde tendré más gastos e incordio; me toca cambiar de aeropuerto. Mi vuelo desde España llega al aeropuerto de Gatwick y el siguiente a Hong Kong sale desde el de Heathrow. Entre ambos aeropuertos hay unos 60 kilómetros. La opción más cómoda y rápida para ir de uno a otro, descartando un taxi (evidentemente...), es tomar un autobús de la empresa National Express, que emplea una hora y cuarto en hacer el trayecto (¡manda... narices...!), y encima al no muy módico precio de 25 libras, nada menos que 28 € al cambio. Pero es que esto es el Reino Unido... y así son sus precios...
Previamente, para tomar tal autobús y picar algo, habré tenido que cambiar euros por libras, lo que supone otro gasto añadido por la tasa de cambio que, por supuesto, incluirá una comisión para el banco u oficina en la que lo gestione.
Aun con esta incomodidad y gasto extra (tanto a la ida como en el regreso), no me puedo quejar del precio de mi billete a Vietnam: 522 €, ida y vuelta, volando en línea regular con British Airways y Cathay Pacific, sin tener que hacer uso de aerolíneas de las llamadas de bajo coste (y, generalmente, baja calidad). Eso sí, lo compré con más de cinco meses de antelación.
A pesar de que estas frases se le atribuyen a Silvester Stallone, interpretando el papel del soldado veterano de la Guerra de Vietnam, John Rambo, en la película Acorralado, la realidad es que jamás las pronunció. Fue el actor español Santiago Urrialde quien, parodiando al personaje de Rambo, las acuñó en el late show televisivo Esta noche cruzamos el Mississippi, creado y presentado por el periodista Pepe Navarro.
Santiago Urrialde caracterizado de Rambo
Pero como suele ocurrir, la realidad superó a la ficción y Vietnam vivió un auténtico infierno sangriento durante buena parte del siglo XX.
Empezaron el siglo colonizados por los franceses. Durante la época de ocupación francesa (de 1889 a 1954), lo que hoy es Vietnam se dividía en tres regiones. Tonkín, al norte; Annam, en el centro y, al sur, Cochinchina. Y estas tres regiones junto con las de Laos y Camboya (actualmente países soberanos) formaban lo que se llamó la Indochina francesa o, simplemente, Indochina.
Mapa de la Indochina francesa
Aunque solo sea por la cantidad de películas al respecto, a todos nos suena la Guerra de Vietnam, que enfrentó al norte contra el sur del país y Estados Unidos, pero la lista de conflictos bélicos es desgraciadamente más extensa.
- 1940. Ocupación japonesa de Tonkín. Francia cederá las instalaciones militares a los japoneses, a cambio de seguir manteniendo la administración de la región.
- 1941. Nguyen Sinh Cung, más conocido como Ho Chi Minh (que viene a traducirse como "el que ilumina"), funda el Viet Minh ("Frente de la Patria"), una liga por la independencia de Vietnam.
Ho Chi Minh
- 1945. El Viet Minh proclamará la independencia de Vietnam, pero los franceses no están por la labor de perder ese territorio.
- 1946-1954. Guerra de Indochina, que enfrentará al Viet Minh contra los franceses.
- 1954. Fin de la Indochina francesa, reconociéndose la independencia de Vietnam, así como la de Laos y Camboya. Pero tras el alto el fuego y una vez celebrada la Conferencia de Ginebra, el país quedó dividido en dos, delimitándose la frontera temporal en la línea imaginaria del paralelo 17. Por una parte, la República Democrática de Vietnam del Norte (RDVN), con Ho Chi Minh a la cabeza e inspirándose, como forma de gobierno, en el modelo socialista soviético. Y de otra, Vietnam del Sur, que se confió temporalmente a la Unión Francesa con la firme promesa, acordada en Ginebra, de celebrar unas elecciones libres en las que se elegiría un gobierno independiente para todo Vietnam.
- 1956-1959. Las elecciones nunca llegaron a celebrarse y eso conllevó el aumento de la tensión entre el norte y el sur de Vietnam. Se empieza a fraguar el Frente Nacional de Liberación de Vietnam (FNLV) o Viet Cong, cuyo objetivo será el de reunificar Vietnam, creando una nación única que habría de seguir las directrices ideológicas, políticas y económicas de los países socialistas.
- 1959-1964. Primera fase de la Guerra de Vietnam. La violencia estalla de nuevo con enfrentamientos entre el Viet Cong y el ejército de Vietnam del Norte, contra Vietnam del Sur.
- 1964-1973. Segunda fase de la Guerra de Vietnam. Estados Unidos entra activamente en escena. La excusa para participar en esta contienda surgió fruto de una elaborada pantomima ideada por los servicios secretos norteamericanos, simulando un ataque a una patrullera estadounidense por parte del ejército de Vietnam del Norte en el golfo de Tonkín. Se envían a partir de entonces efectivos militares norteamericanos al Sur de Vietnam con el fin de liberar al Norte de la amenaza comunista.
- 1973. El gobierno estadounidense, seriamente afectado tras el hundimiento político del presidente Nixon a raíz del escándalo Watergate, retira sus tropas de Vietnam sin haber conseguido ninguno de sus dos objetivos. No obtuvo ningún territorio en la antigua Indochina, ni derrocó al régimen comunista de Vietnam del Norte.
- 1973-1975. Tercera fase de la Guerra de Vietnam. Norte y Sur de Vietnam continúan con el enfrentamiento armado.
- 1975. Toma de Saigón por parte del ejército de Vietnam del Norte. El comunismo había triunfado. Terminó así una larga guerra, fratricida en buena parte, que llevó a muchos survietnamitas a exiliarse en otros países, por temor a las represalias del nuevo régimen político.
La Guerra de Vietnam fue una de las guerras más cruentas de la historia de la humanidad. Ya no solo por los casi seis millones de muertos por causa directa del conflicto (de los cuales más de dos millones eran civiles), sino por los daños causados al medio ambiente y a las generaciones posteriores por el tristemente famoso Agente Naranja, herbicida defoliante del que, aún hoy, podemos apreciar sus secuelas en la naturaleza y en malformaciones físicas de muchos vietnamitas.
Bidón de Agente Naranja
- 1976. Proclamación de la República Socialista de Vietnam. El objetivo de Ho Chi Minh (fallecido ya hacía unos años, en 1969) se había cumplido; Vietnam había pasado a ser un país soberano y unido, pero, eso sí, accediendo a su independencia de una forma traumática y pagando un precio demasiado elevado para obtenerla.
Y todavía aquí no terminarían los conflictos armados en Vietnam durante el siglo XX.
- 1978-1979. Guerra de los Jemeres Rojos. Vietnam invade Camboya en respuesta a los conflictos fronterizos y la hostilidad mostrada por el despótico régimen impuesto por el dictador camboyano Pol Pot, que reclamaba a Vietnam el territorio del delta del Mekong. Pol Pot y su cruel gobierno de los Jemeres Rojos fue finalmente derrocado.
- 1979. Guerra sino-vietnamita. China, aliada de Camboya, invadió el norte de Vietnam como represalia por el derrocamiento de los Jemeres Rojos. La invasión duró algo menos de un mes.
- 1989. Retirada definitiva de las tropas vietnamitas de Camboya.
En resumen, desde 1940 y hasta 1989, Vietnam vivió una sucesión de conflictos armados que dejaron al país destrozado y hundido en la miseria. En ese sentido, el imitador español de Rambo debía de estar en lo cierto... Aquello fue un infierno y muchos se quedaron sin sentir las piernas.
Recomendación: Sobre la Guerra de Vietnam y su germen en la Guerra de Indochina, existe una publicación en castellano especialmente interesante, amena y bastante completa, titulada Breve Historia de la Guerra de Vietnam, de Raquel Barrios Ramos, publicada en 2015 por la editorial Nowtilus. Es relativamente fácil de encontrar en las grandes librerías (por ejemplo aquí) y, como alternativa, existe a la venta en formato e-book.
Cuando se habla de la Guerra de Vietnam, o en cualquier filme que trate el tema, se suele nombrar a un tal Charlie.
Pero, ¿quién es Charlie?
Charlie es el nombre que daban los militares estadounidenses a los guerrilleros del Frente Nacional de Liberación de Vietnam (FNLV) o Vietnam Congsan (Vietnam Rojo, traducido al castellano), más conocido por su nombre abreviado Viet Cong. El porqué de este nombre es simple. Si se toman las iniciales del término Viet Cong y las deletreamos usando el alfabeto que se utiliza para las comunicaciones por radio (código de deletreo internacional ICAO) habremos de referirnos a ellos como Víctor Charlie.
En el campo de batalla, cuando los norteamericanos hablaban del enemigo, no ya por radio, sino de viva voz entre ellos, simplificaban aún más y lo llamaban Charlie.
Dicho así, puede sonar hasta a apodo cariñoso, pero, desgraciadamente, nada más lejos de la realidad.
Los cinéfilos que consideren Apocalypse Now una película de culto reconocerán a la primera las palabras del título. Las pronuncia el coronel Kurtz, interpretado magistralmente por Marlon Brando, en un monólogo junto al también actor Martin Sheen (en el papel del capitán Willard) y, posteriormente, se vuelven a escuchar como voz en off, justo antes de los créditos finales.
Marlon Brando caracterizado
como coronel Kurtz,
en Apocalypse Now
Existen multitud de películas que, directa o indirectamente, tratan sobre la Guerra de Vietnam. Igualmente, se puede afirmar que, sobre el resto de las guerras acaecidas en ese país durante el siglo XX, la filmografía es escasa.
Yo me voy a centrar en cuatro que, a mi parecer, son las mejores, bien por su calidad artística, bien por su rigor y realismo a la hora de reflejar el horror allí vivido. Tres de las películas abordan la Guerra de Vietnam y, la cuarta, se centra en la Guerra de Indochina.
Platoon es, de esas tres sobre la Guerra de Vietnam, la que recomendaría en primer lugar. Resulta muy creíble y realista por varias razones. No se trata de un filme triunfalista que ensalce la supremacía norteamericana. Bien al contrario, nos muestra las miserias de sus militares, quienes, totalmente abatidos y desmoralizados a causa de una cruenta guerra que no parece tener fin, y ya sin creer los argumentos dados por su gobierno en Washington, terminan enfrentándose entre ellos con no menos crueldad que la empleada con el enemigo. De hecho, al final de la película, el protagonista de la misma, el soldado Chris Taylor, interpretado por Charlie Sheen (hijo del ya nombrado Martin Sheen, que unos años antes había tenido un papel principal en Apocalypse Now), hace una triste reflexión: "Cuando pienso en lo que pasó allí, creo que no luchábamos contra el enemigo, luchábamos contra nosotros mismos; el enemigo estaba dentro de nosotros".
Otra muestra de objetividad a la hora de reflejar el conflicto la vemos en la que posiblemente sea la escena más dura por su crueldad: el asalto a una aldea vietnamita, cometiendo toda clase de atrocidades a civiles inocentes (niños incluidos), hecho que, desgraciadamente, ocurrió realmente en numerosas ocasiones durante la guerra.
El hecho de que su director, Oliver Stone, hubiese combatido en Vietnam probablemente explique, al menos en gran medida, esa objetividad y rigor. Y, por si fuera poco, para aumentar el realismo, sometió a los actores a un duro entrenamiento militar sobre el terreno (la película fue rodada en una zona selvática de la isla de Luzón, en Filipinas, muy semejante a la jungla vietnamita) para que sus rostros reflejasen de forma fidedigna el agotamiento y el hastío sufridos por los combatientes reales.
La peli resulta muy amena por su dinamismo y su continua acción, ya que se desarrolla íntegramente en el campo de batalla.
Fue estrenada en 1986, con muy buena acogida en taquilla y recibiendo el Óscar a la mejor película. Para mí es una auténtica joya del cine bélico.
Escena de Platoon en la que vemos a Charlie Sheen
(soldado Chris Taylor) en primer plano
La segunda recomendada sería Apocalypse Now. Desde el punto de vista de la calidad artística probablemente supere a Platoon, pero no así en su realismo. Apocalypse Now no es tanto una película de acción, como de invitación a la reflexión. Es más una visión metafórica de la brutalidad de la guerra que un reflejo fidedigno de lo allí vivido. La trama transcurre más lentamente que en Platoon, habiendo muy escasas escenas en el campo de batalla. Por contra, hay varios soliloquios con un trasfondo filosófico de carácter existencialista y planteados desde la amoralidad que se vivió en esa guerra (y en toda guerra, posiblemente). Hay quien se refiere a Apocalypse Now como una lección de filosofía bélica llevada al cine.
En algunas de esas contadas escenas en el campo de batalla que se pueden ver en el filme, observaremos un toque de humor ácido y de sarcasmo que le da el personaje del teniente coronel Kilgore (interpretado por Robert Duvall), quien, en un momento en el que él y su pelotón están siendo bombardeados por la aviación norvietnamita en una playa junto a la desembocadura del río Nung, se pone a hacer amistosas presentaciones entre soldados que habían sido surfistas en su vida civil y a pedirles opinión acerca de la calidad de las olas en ese lugar. Inmediatamente después, anima (obliga, más bien) a esos soldados a practicar surf en tan poco adecuada circunstancia y, de la boca de tan excéntrico personaje, salen las frases más hilarantes de la película.
En el siguiente vídeo podéis ver una de las escenas (hay ciertos dispositivos móviles en los que no podréis ver el vídeo. En un ordenador no debierais tener ningún problema).
"Charlie no hace surf"
Conocida escena, protagonizada por el teniente coronel Kilgore
(Apocalypse Now)
Esta obra maestra de Francis Ford Coppola se estrenó en 1979. En 2001, el mismo director presentó Apocalypse Now Redux, que no se trata de una continuación, sino de un nuevo montaje de la primera y ampliado una hora más (tres horas y media, frente a las dos horas y media de la original). Del nuevo montaje de 2001 no puedo opinar porque no lo he visto, pero lo que sí puedo afirmar es que ambas películas tuvieron muy buena acogida, tanto por parte de la crítica, como por la de los espectadores. La original de 1979 obtuvo dos Óscar, uno al mejor sonido y otro a la mejor fotografía, así como otros premios (Globos de Oro, BAFTA, Palma de Oro de Cannes...). Al igual que Platoon, fue rodada en Filipinas, entre numerosos contratiempos que prolongaron el rodaje durante casi dos años. Entre esos contratiempos, cabe destacar el infarto que sufrió su protagonista, Martin Sheen.
La Chaqueta Metálica, de Stanley Kubrick y estrenada en 1987, va a ser la última de mis escogidas sobre la Guerra de Vietnam.
Aunque es una buena película, la sitúo en último lugar de entre las tres que he seleccionado, porque, a mi parecer, tiene dos elementos que le restan algo de interés en comparación con las otras dos: la trama se desarrolla con excesiva lentitud en ciertos momentos y no termina de reflejar de forma fidedigna el horror de la guerra, centrándose en otros aspectos secundarios.
El filme se puede dividir en dos partes claramente diferenciadas.
Una primera, que, desde mi punto de vista, resulta excesivamente larga y monótona. Se desarrolla en una academia de formación de reclutas. El protagonista indiscutible de esta parte es Lee Ermey, en el papel de sargento mayor Hartman. Su personaje le viene al pelo, ya que, en la vida real, fue también sargento instructor en el Cuerpo de Marines y, además, estuvo destinado en Vietnam durante la Guerra.
Los casi cuarenta y cinco minutos que dura esta parte (un tercio de la película) se limitan prácticamente a los continuos exabruptos que el citado sargento espeta a los reclutas. Tales salidas de tono se caracterizan por ser de lo más soeces, burdas y carentes de buen gusto. Posiblemente esto forme parte de lo que se podría llamar humor norteamericano... y que, a mí personalmente, no me hace gracia alguna. Quizás alguna vejación suelta, para reflejar cómo se las gastan los instructores de Marines, pase. Pero casi tres cuartos de hora seguidos en el mismo plan, se hacen pesados.
Una de las perlas soltadas por el sargento Hartman
en la primera parte de La Chaqueta Matálica
Aparte de las gracias del zafio instructor, veremos poco más que unos sufridos reclutas pegando barrigazos y formándose para ir a Vietnam. Tan truculento resulta este periodo de instrucción que no es de extrañar que esta primera parte termine de la manera que termina... en desgracia.
La segunda parte, con los reclutas convertidos ya en soldados, resulta, sin duda, más entretenida y dinámica que la primera. Además, la acción transcurre ya sobre el terreno. El terreno cinematográficamente hablando, porque, los exteriores de lo que pretende ser Vietnam, están rodados en el Reino Unido. En Inglaterra concretamente, no muy lejos de Londres.
Pero Kubrick se sigue deteniendo excesivamente en ciertas escenas. Por ejemplo, en la de la francotiradora del Viet Cong.
Escena de la segunda parte de La Chaqueta Metálica
Con esto y con todo, La Chaqueta Metálica es una película que recomiendo ver, no tanto por lo que refleja acerca de la Guerra de Vietnam (que es poco), como por su calidad cinematográfica.
Y me queda por hablar de una cuarta película que, como líneas arriba avancé, se centra en la Guerra de Indochina. Estoy hablando de Sangre en Indochina, coproducción hispano-francesa, dirigida por Pierre Schoendoerffer en 1965.
Salvando las distancias, y partiendo de que pretenden reflejar distintas guerras, guarda ciertas semejanzas con Platoon.
Schoendoerffer, su director, tiene algo en común con Oliver Stone: estuvo también en Vietnam, pero, en su caso, no como militar, sino como corresponsal de guerra. Es más, fue hecho prisionero tras la batalla de Dien Bien Phu, que supuso el fin de la Indochina francesa.
Otra semejanza de esta película con la de Platoon es el hecho de no pretender ser triunfalista. De hecho, Sangre en Indochina nos muestra a un grupo de soldados franceses que, siendo ya conocedores de que su ejército había perdido la guerra (la acción se desarrolla en 1954, poco antes del final de la contienda), han de replegarse, batirse en retirada y, para ello, tienen que atravesar la jungla, totalmente sitiada por el Viet Minh, luchando por sobrevivir, que era ya el único objetivo a lograr.
Y aún se puede observar otra similitud entre este filme y el dirigido por Stone: el realismo del emplazamiento escogido para el rodaje, que también sería la jungla, aunque en este caso no filipina sino camboyana, y el duro entrenamiento al que fueron sometidos los actores, así como el rigor del clima tropical húmedo selvático.
Aunque no os apasione el cine bélico, recomiendo ver, aunque solo sea una vez en la vida, estas cuatro joyas del cine. Y con más motivo si habéis estado u os planteáis hacer un viajecito a Vietnam.